- Ya te lo he dicho, Bábakar, Benjamín forma parte
de tus obligaciones y, como tal, tienes el deber de alimentarlo.
No entendía
por qué ella no lo entendía.
Había cruzado
el Sahara hacinado en un camión con otros veinte; había padecido hambre y sed,
dejado atrás a su familia; había invertido todo en aquel infernal viaje después
de vender sus exiguas posesiones. Se había desarraigado completamente, pero sus
más íntimos valores aún estaban allí.
Su religión lo
prohibía. En la casa le habían transmitido el respeto por la naturaleza, el
amor por lo que nos rodea, la crianza de los animales. Pero igual, también le
habían enseñado que el cerdo era un animal impuro, que no se debía criar, ni
comer, ni mucho menos cuidar como si de una persona se tratara.
Y ahí estaba
él, trabajando para una mujer que, entre unos cuantos caballos, había decidido adoptar
como mascota a un gorrino de nombre Benjamín y vietnamita de raza, pero gorrino
al fin.
Y la Doña
quería que lo alimentara. Y él se esforzaba por hacerle comprender el asco, el estremecimiento
que lo invadía más allá de la razón, muy lejos de su propia consciencia.
- No puedo, Doña, no puedo…
- Lo siento sinceramente, Bábakar. Lamento que te
sientas tan mal, pero tienes que integrarte. Si has decidido venir hasta aquí,
si has aceptado este trabajo, si estás bien en la finca, en nuestra comunidad,
has de asumir las labores que te corresponden y, entre ellas, está Benjamín.
El senegalés miraba
el movimiento de su boca, pero solo veía la carita de Fatou, la niña que con su
mano de cuatro años le dijo adiós. Y vio el mijo y el arroz que no crecían
desde hace meses, y los entrecortados labios de su amorosa Aminata…
Bábakar agachó
la cabeza, se inclinó y recogió el cubo, le dio la espalda a la Doña y, lentamente,
se encaminó hacia la cuadra donde esperaba hambriento Benjamín.
***
Este texto lo escribí para otro blog donde comparto espacio con otras escritoras amigas.
Ahora lo traigo aquí para que pueda ser disfrutado con todos los que transitáis por aquí y no por allá.
Espero que os guste.
P.D.: Por cierto, os mando un beso azul, azul como el mar Caribe.
P.D.: Por cierto, os mando un beso azul, azul como el mar Caribe.
Otra vez por el caribe ? pero que tienes suerte !!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarComo cpomenté por otro lado solo te dejo aqui ñla envidia y besotes
Felicidades por la entrada y por el caribeño viaje.
ResponderEliminarme gusta mucho. y ay!!!, tb me gustaría mucho "integrarme" en ese azul......
ResponderEliminarbesos y disfruten, aunq tb tengais lluvia (ese tb me gustó mucho).
Espero que estes disfrutando de lo lindo del mar caribeño... y de muchas otras cosas más.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Pobre Babákar, es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho!! besotes, la lluvia me empapó, no me dio tiempo a sacar el paraguas.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios, siempre tan llenos de cariño.
ResponderEliminarYa de vuelta en casa y con la retina aún azul, pero muy contenta.
Un beso para cada uno