¿Qué color tienen las palabras?

¿Qué sílaba definirá el trazo?

¿Qué imagen para expresar un sentimiento?

jueves, 7 de marzo de 2013

Encerrado

Intentaba respirar en centímetros cúbicos. El olor a fuel le resultaba totalmente repugnante. Era como sentir que el veneno se le colaba a través de las aletas de la nariz.

Los pulmones a medio gas, tan solo intentando inyectar la mínima cantidad de aire para sobrevivir. La vida se le iba soplo a soplo mientras, allá afuera, rugía la tormenta.

Su espalda encajada entre Juan y Pedro y todos, los dieciséis de la tripulación, que apenas se podían mover en aquel espacio. Los goterones de sudor les caían sobre las cejas, tal era el asfixiante calor, y a él no se le ocurría otra cosa que pensar en María. Ella y su ardor, ella y su abrazo infinito, ella siempre ella, no quería ni imaginar la posibilidad de no volver a acariciar su cuerpo.

Un golpe de mar…

Su mirada fue a cruzarse con la de Manuel acuclillado. Sus ojos paralizados pidiendo auxilio en silencio. Los ojos de Manuel, los labios fruncidos de El Chato, la mandíbula apretada de Josito. Todos, sus compañeros de siempre, unidos por el contacto obligado del infortunio.

Alzó la mirada. La escotilla cerrada impidiendo una filtración del agua que se debatía allá fuera.

Exhaló desesperanza y se sintió como un ladrón robando unos segundos de vida. Mas no era ningún pecador, o quizás sí. A él le esperaba una reina ¿y a los otros? Uno por uno repasó mentalmente la historia de cada cual. Quién podría decidir el que merecía la salida, el viento en el rostro, el beso en los labios, la caricia en el pelo. Nadie o todos, pero daba igual, aquello no era una partida más de mus, aquello no era un juego y sí, quizás, el castigo que de alguna forma u otra esperaba que ocurriera. Porque nadie puede ser tan feliz, nadie puede tenerlo todo, nadie tiene el derecho de vivir sin mancha, sin castigo, sin congoja.

La madera cruje, es el lamento de la vieja nave. Y ellos… ellos abandonados en brazos del azar.

Otro golpe de mar…



Ilustración: Silvia Sanz
Texto: Esperanza Castro

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