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jueves, 30 de agosto de 2012

Homenaje a Montalbano


¾  ¡Eres un ángel, Adelí! –exclamó el comisario mientras disfrutaba cómo la tinta de los pulpitos inundaba de sabor su boca.

Montalbano había decidido pasar ese mediodía por casa a comer la exquisitez que le había dejado preparada su asistenta pues la Trattoria Enzo, en la que acostumbraba a almorzar, estaba cerrada por la defunción de la madre.

Tenía ante sí una fiesta: un poco de ricotta con aceitunas, un plato mediano de caponattina y una generosa fuente de pulpitos guisados con cebolla en su propia tinta.

Pensaba que si se lo comía todo, la pesadez de la digestión le obligaría a una enorme siesta pero, ¡vaya!, la tarde se mostraba muy tranquila en la comisaría y se podría regalar ese momento de descanso.

Contemplando el mar desde su terraza de Marinella iba a introducir el enésimo trozo de ricotta cuando éste se quedó a medio camino entre el plato y la boca.

Una luz, como un parpadeo, una ráfaga en medio del mar captó su atención. Era extraño, las dos y cuarenta minutos de un soleado día y aquella luz.

Parecía una señal, un código. La miró fijamente, intentó sin conseguirlo descifrar un lenguaje secreto.

Entró como rayo en casa para buscar unos prismáticos. Allí encontró los que le habían entregado en su primera instrucción hace… ¿cuántos años? Mejor no sometería a sus neuronas a semejante esfuerzo; evitar la depresión en esos días le obsesionaba.

La imagen a través de las lentes de aumento le mostró una barquita; sobre la barquita un hombre que sujetaba un farol; el farol que mostraba y tapaba con un trapo un hombre sonriente.

¾  ¿Y este gilipollas? ¿Se puede saber a qué coño está sonriendo?

Su mirada se dirigió hacia la costa siguiendo la línea imaginaria entre el estrafalario tipo y el punto donde, supuestamente, estaban recibiendo e interpretando el festival de luces.

¾  ¡Santo Cristo, qué mujer! – exclamó levantándose cual resorte de la silla sobre la que estaba repantingado - ¡La mismísima Belucci!

Allí estaba el bellezón: mujer de carnes prietas, muslos de acero, abundante pecho con canalillo; larga y brillante cabellera negra, labios gruesos maquillados de sensual carmín, ojos de profundo azabache…

Montalbano creyó conocerla pero… no, su abotargada cabeza le impedía localizar en ese momento la identidad de la diosa.

Sin embargo, lo que sí le permitía era observar sus movimientos: inclinada sobre la baranda mostraba su generoso escote al tiempo que sus manos extendían puñados de besos imaginarios hacia el lejano punto de luz.

¾  Una escena de amor pasada de moda –razonó el comisario- pero, ¿para qué tanta parafernalia? ¿Quién es ella? ¿Quién es él?

Su pensamiento voló de la escena hacia la caponattina y a la botella de vino que tenía ante sí,  luego a las curvas de la mujer y se encontró pensando en Livia, allá en el Norte, y comenzó a divagar entre las diferencias de las féminas sicilianas y aquellas que habitan en el frío extremo de su mismo país.

***

Al despertar de la siesta llamó a Fazio:

¾  ¿Comisario? ¿Sí? Pero Comisario, ¿no nos dejó dicho que se tomaba la tarde libre?

¾  Fazio, no me toques los cojones, toma nota y averíguame esto.

Unas horas más tarde, ya con el ocaso, Fazio desplegaba frente al comisario su libretita de notas:

¾  Se trata de la familia Zambrotta: establecida en Marinella desde…

¾  ¡Fazio! – Montalbano no tenía ni ganas ni paciencia para escuchar la retahíla de datos del Registro Civil que seguro tenía anotados en la infame libretita su ayudante.

¾  Perdone, comisario, perdone… voy al grano. Lo que le quería decir es que es una familia afincada en esta zona desde hace más de un siglo. En la casa vive Don Aureliano Zambrotta con su hijo Giuseppe. Don Aureliano se encuentra desde hace más de veinte años confinado a una silla de ruedas…

¾  ¿Y eso? – interrumpió el comisario.

¾  Un caso que no se llegó a esclarecer del todo. Oficialmente se cayó de un caballo; las malas lenguas dicen que lo hicieron caer.

¾  Ah… ya…

¾  El asunto es que el hijo, Giusseppe, ha contratado desde hace unas semanas a Simonetta Grifone, una joven de aquí, de Vígata, para cuidar al anciano.

La imagen de la joven Simonetta volvió claramente a los ojos del comisario y se puso nervioso.

¾  ¿Algo más?

¾  Sí, comisario. Me han dicho que la muchacha tiene un novio, Tonino, que la ama… ¿cómo diría yo?... excesivamente.

¾  ¿Excesivamente?

¾  Es peor que el mismísimo Otello.

El comisario aceptó la versión de aquel amor obsesivo y controlador, y que daba respuesta a las señales luminosas y los besos enviados por el aire entre los dos amantes. Sin embargo, su olfato de perro viejo le decía que allí había algo más y, por ello, ordenó a Galluzzo vigilar los movimientos de la casa y alrededores durante un par de días.

***

¾  Así que el hijo se marcha de la casa en el momento que Simonetta entra por la puerta.

¾  Sí, en el  mismísimo momento –afirmó Galluzzo.

¾  No se queda nada de nada.

¾  Ni un minuto, comisario.

Montalbano guardó silencio. La ardorosa escena entre el hijo y la muchacha que él mismo se había imaginado quedaba completamente descartada.

¾  Y dices que la mujer sale a cumplir el ritual del balcón justo al llegar, después de comer y a media tarde.

¾  Exacto, y se va de la casa cuando regresa el joven Giusseppe.

¾  ¿Y la barca? ¿Qué hace la barca entre saludo y saludo?

¾  El novio navega hasta el puerto y se ocupa, digamos, entre señales. Hace unas horas aquí y otras allá, ya sabe mi comisario cómo están las cosas. De noche trabaja en uno de los muelles de descarga y duerme entre el primer y el segundo saludo. Se ven muy poco.

¾  Ya…

Algo seguía sin encajar en la cabeza del comisario. Quizás fuera la exageración de los gestos, la efusividad de aquellos besos imaginarios, la propia imagen de una mujer (¡y qué mujer!) joven con un novio al que ve menos que si lo hubiese conocido por internet. No, decididamente tendría que acercarse a oler aquello él mismo.

***

Desde aquí inicio mi humilde homenaje a un autor (Andrea Camilleri) y su personaje (Salvo Montalbano) que tan buenos momentos me han hecho y me siguen haciendo pasar.

Este texto pretende ser un relato breve, como un mini-caso de Montalbano, que me gustaría fuese continuado por la comunidad que me visita. ¿Os atrevéis? ¡Vengaaaaa!

Y aquí lanzo el guante y pregunto: ¿Qué está pasando en la historia? ¿Qué verdad se oculta tras los efusivos saludos entre los amantes?

(Especialmente dedicado a mi amiga Marión, que desde Montevideo comparte la misma pasión siciliana que yo).

 

Texto: Speranza Castrinelli

 

 

17 comentarios:

  1. Speranza Castrinelli es el clon de Camilleri!!!
    Mientras leía , me decía: que estoy leyendo? Andrea o Esperanza! Jajaja!
    Sus mismos giros idiomáticos, la misma exposición de detalles culinarios, la sensual descripción de la besucona, el apasionado espíritu siciliano en la sincronización de los encuentros amorosos y su sabor de opera prima!!
    Como te ha influenciado el estilo camillero!!

    Gracias por la dedicatoria,

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    1. ¡Gracias mi Marioncheta!

      Ahora solo me queda aprender italiano y... ¡luego pedirle trabajo como "su negra"! Jaaaaa

      Bueno, ahora me tienes que decir qué está pasando. ¿Estará Balducio Sinagra mezclado en todo este asunto?... (chan... chan... chan...)

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  2. Vengo de la hostería San Calogero, y aun saboreo los ricos cannoli (aquellos que también gustaban al Tony Soprano)' y a que no sabes quien me acompañaba en la mesa? Pues Catarella, "en persona y personalmente" tal como el gusta decir, a quien se le atragantaron los arancinii (iba por el cuarto) solamente de oír el nombre de Balducio Sinagra!!!
    Hizo la señal de la cruz y a continuación se mordió con furia el dedo indice puesto en forma horizontal entre los labios aun grasientos.
    Dice que va pasar por tu casa en una hora pues tendría unos datos referentes a la Simonetta que te pueden interesar.
    ¡Suerte!

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    1. ¡Marion genial!

      Uauuuuu qué buenooo (¿qué crees que pensarán los demás visitantes? ¿que nos hemos vuelto tarumbas?, jeeee)

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  3. Vaya por dios: yo no he leído nada de Andrea Camilleri, además de servir para cualquier cosa menos para detective.

    Dado mi natural a no ver nada raro en el comportamiento de los demás, a no ser que se pongan a hacer el pino en medio de la calle, la conclusión que sacaría del relato de la doctora Speranza Castrinelli es de que hay amantes muy originales.

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    1. Amantes muy originales, efusivos... ¿demasiado quizás?

      Me cuesta creer en que nunca veas nada raro en el comportamiento de los demás, mi querida Manu... mmmmmmnooossséeee nooooséeee

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  4. ¡Pues vaya!, Habéis conseguido en un momento dos cosas: que tenga unas ganas tremendas de comer platos italianos y que quiera leer a Camilleri enseguida.
    Lo primero tiene que esperar. A las tres de la mañana es tarde para cenar y pronto para comer.
    Lo segundo es que me he ido a la biblitheka y hay 26 novelas. ¿Podríais sugerirme por cual empezar?. Os quedaría muy agradecida. Es para compensar a Mankell y Wallander.

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  5. KUNI: no se que opina Tati pero de los 26 libros que te ofrece Bibliotheka empieza por cualquiera de los numerados como zaga de Montalbano.

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  6. La diversión esta asegurada con cualquiera de la serie Montalbano,
    para después mes atrevo a recomendar El caso de Amalia Sacerdote, donde o aparece el celebre comisario, pero donde se desnuda toda la chanchulleria del,periodismo y de la política siciliana. Es mortal!!

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  7. Kuni yo comenzaría por el primer libro de la serie Montalbano, La forma del agua. Mira lo que dice la Wiki:

    En 1994 se publica La forma del agua ("La forma dell'acqua"), primera novela de la serie protagonizada por el Comisario Montalbano (nombre elegido como homenaje al escritor español Manuel Vázquez Montalbán).

    Como dice el refrán que sobre gustos no hay nada escrito, te diré que a mí particularmente me gusta mucho más Camilleri y su Montalbano que la pareja Mankell-Wallander.
    El caracter siciliano es mucho más cercano al nuestro. Salvo es un tripero de marca mayor y vive al sol, en el Mediterráneo, y su caracter está impregnado de todo eso. Los casos a resolver son mucho menos perversos.
    Además, la fauna de la comisaría también tiene su aquel; y la asistenta, y la novia que tiene en el Norte, y la amiga-pibón sueca... en fin, tú pruébalo y nos das tu opinión.

    Muchas gracias por asomarte.

    Un besote

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  8. Buenos dias!!
    En fin, por ahora no me atrevo a continuar la historia, pero si saldre a buscar un par d novelas d Montalbano.
    Me ha gustado.
    Seguire por aqui a ver q se is va ocurriendo

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  9. Pues no había oído hablar jamás de Montalbano... ¡todos los días se aprende algo nuevo!
    Pero para mí que el del farol no es el novio de la exuberante Simonetta.
    No sé... no sé... Intuyo entre ellos alguna relación referida más bien al viejo Don Aureliano, algún tipo de conspiración para terminar de rematarlo, disfrazada de amor para despistar.

    Y seguro que me equivoco de cabo a rabo, jajajaaaa.

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  10. Gracias por la información.
    Ya tengo las seis primeras en mi kindle.

    Todavía no he elegido italiano para comer.

    Besotes

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  11. Simonetta debe tener garganta frágil, pues siempre lleva pañuelito al cuello, mientras que el escote cada vez cubre menos, sobretodo cuando se inclina al balcón.
    Pero... ¿porqué cambia de color la sua golilla durante un mismo día?

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    1. ¿Y por qué la amargura de Don Aureliano se disipa un poco más cada día? ¿Por qué ha vuelto el color a su macilenta cara?

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  12. pues...los movimientos de Simonetta cuando plumerea los muebles... esas caderas que se marcan tanto al inclinarse sobre los sillones, provocaron la subida de presión arterial necesaria para quitarle esa modorra pertinaz que le acometía anteriormente.

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  13. ayer puse un comentario y ya no está bien Tati sigue a ver si llegamos al final de la historia

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